Leo ese comentario y se me inyectan los ojos de sangre. Lo que no se puede permitir es que el equipo rival tire al balón hacia ese terraplen resbaladizo a posta para que tanto yo como mi compañero, inocentes, vayamos rápido a por el balón con tan fatal resultado, eso si que no es juego limpio.
Todo el desastre posterior es por la terrible humedad que tenía donde la espalda pierde su honroso nombre.
Efectivamente, como me dijo mi compañero de fatigas, el payaso de micolor se deprimió al verme llegar a casa con esa ropa.
Apuntarme para el viernes.
Saludos